El 5 de mayo del año pasado, los dueños de la fábrica de ropa interior Perlea decidieron cerrar hasta nuevo aviso, estaban armando el vaciamiento de la empresa, pero los trabajadores se quedaron en el lugar para resguardar la fuente de trabajo. En diciembre, la jueza María Soledad Casaza los autorizó a continuar como cooperativa.
La fábrica de ropa interior Perlea, perteneciente a la tejeduría Naiberger está ubicada en Lascano 2470, en el barrio de Villa del Parque, tiene 90 años de historia. El 5 de mayo del año pasado, en plena pandemia, los que eran los dueños Horacio y Alicia Naiberger, hijos de Mauricio quien falleció hace 9 años, decidieron cerrar la planta hasta nuevo aviso. Los trabajadores y trabajadoras se organizaron rápidamente y decidieron ocupar la empresa para resguardar las máquinas y las fuentes de trabajo. Eran 122 empleados.
Luego de largos meses y negociaciones con la jueza a cargo de la causa, María Soledad Casaza, en diciembre pasado lograron tener la licencia para constituirse en cooperativa y continuar trabajando. Nueva Ciudad se reunió con Mirian Juárez, presidenta de la Cooperativa Perlea, y con Pedro, quienes contaron el recorrido que tuvieron que realizar para permanecer con la fábrica.
En Perlea se hace todo el proceso de producción, desde el diseño hasta la moldería. Se tiza, se corta, pasa al taller donde hay un montón de máquinas, se envía a limpieza, empaquetamiento, expedición y se manda a los locales.
¿Cómo fue el proceso previo que los llevó a armar la cooperativa?
Mirian: Esta empresa tenía 90 años. Murió el dueño (Mauricio Naiberger) y la fábrica quedó en la familia, ahí empezaron a andar mal las cosas. Después la pandemia les dio el pie que necesitaban y el 5 de mayo del año pasado, colocaron carteles de que se cerraba hasta nuevo aviso, y ahí empezó nuestra odisea. Esto venía de antes porque nos debían sueldos, aguinaldo, vacaciones.
Pedro: Yo estaba en corte y veníamos a trabajar en grupos, no todo el personal, siempre eran los mismos, no había rotación de personal.
Mirian: Era un viernes al mediodía, el contador le pide al de vigilancia que ponga una nota en las carteleras que decía: “Cerrado hasta nuevo aviso”. Yo les dije a los compañeros que no salgan, que se queden adentro. Desde ese día estamos acá.
Con el tiempo vamos viendo que esto venía de antes, porque se llevaron mucha documentación de la parte administrativa.
Pedro: Hicieron un vaciamiento hormiga. Por suerte no se llevaron las máquinas.
Mirian: El Ministerio de Trabajo citó a los dueños, hubo una audiencia, en la que ellos dijeron que para continuar tenían que despedir a la mitad de los empleados porque era un plantel muy grande, en ese momento éramos 122 trabajadores. Excusas. Desde el Ministerio les dijeron que llagaran a un acuerdo con nosotros, pero no llegamos a ningún acuerdo porque decían que no podían pagar. A la AFIP le debían millones. Desde el Ministerio lo volvieron a citar varias veces para exigirle que tenga una propuesta viable para los trabajadores.
Pedro: Desde el Ministerio les ofrecieron lo que es el REPRO (Programa de Recuperación Productiva) pero tampoco lo agarraron. Ellos querían la quiebra.
¿Cómo armaron la cooperativa?
Mirian: Al principio no queríamos ser cooperativa, queríamos que continúen ellos, o que alguien compre la empresa, nosotros no veíamos viable la posibilidad de ser una cooperativa. Que venga un síndico, que la maneje la jueza. Hubo un síndico al principio, luego de que se declara la quiebra, nos reunimos con esa persona que nos pidió que anotemos todo lo que se nos debía y que a la semana siguiente nos iban a pagar. Ahí pensé: “Estamos al horno, este es un chanta”. Si no habían visto un papel de la empresa, no sabía en qué condiciones estaba, que había y que no. En ese momento sabíamos que la empresa quebró vendiendo 18 millones de pesos al mes.
Después empezamos un tira y afloje entre nosotros los trabajadores porque algunos querían que venga el síndico y otros que ya sabíamos que eso no iba a funcionar. Algunos compañeros se fueron, a otros los convencimos para que se queden. Ahí armamos los papeles para constituir la cooperativa.
Pasó el tiempo, empezamos a trabajar para otros, pero no era viable porque se paga muy poco y nos apuramos para presentar los papeles a la jueza para que nos salga la matrícula. Y en septiembre obtuvimos la matrícula.
¿Cuántos son en la cooperativa?
Mirian: quedamos 50 al principio, pero necesitábamos ser 56 para que la jueza nos de la continuidad, tuvimos que salir a convencer a otros para que nos apoyen con su firma. Así fue como en noviembre vino una compañera y dijo que iba a firmar, después vino un compañero y así fueron apareciendo, pero nos faltaba una firma y en enero se nos vencía el plazo. Un día una compañera apareció diciendo que iba a volver y que quería trabajar en la cooperativa. Con esa firma logramos que la jueza nos autorice a trabajar.
¿Cómo es el trabajo? ¿Cómo se dividen las tareas?
Mirian: Todos hacemos todo, es difícil pero la vamos piloteando con aciertos y con errores, con problemas pero seguimos. Algunos de los compañeros preguntaban: “¿Y ahora quién nos va a mandar?” y yo les decía: “Vos necesitás que alguien te mande para hacer tu trabajo?, si vos sabes hacerlo”.
Pedro: Mucha gente está acostumbrada después de tantos años a estar bajo patrón, es un tema. Pero de a poco fueron entendiendo. Costó, pero acá estamos.
Mirian: Quedamos con toda la gente grande, con muchos años dentro de la empresa. Todos acá tienen más de 40 años de edad.
¿Tuvieron ayuda de otras cooperativas?
Mirian: Nos acompañaron al principio, venían a vernos, pero en el trabajo diario somos nosotros nada más. Fabián de La Litoraleña vino y nos ayudó a hacer la parte de los papeles.
¿Continúan trabajando con los clientes que tenía la empresa?
Mirian: Sí, gracias a Dios, toda la cartera de clientes se quedó con nosotros. Nosotros estamos en falta porque se redujo bastante lo que era el área de taller y no damos abasto a cumplir con la entrega de los pedidos.
Pedro: No podemos cumplir con toda la demanda. Además estamos lidiando con todo lo que es la materia prima y los insumos, porque a la mayoría de los proveedores los antiguos dueños les dejaron un montón de deudas, entonces intentan cobrarnos a nosotros, hay otros que entienden. Fue una lucha al principio, pero pudimos regularizar los pagos. Pero costó un montón.
Mirian: Son artículos que requieren de muchas operaciones, la corsetería tiene diferentes talles en la espalda, la taza, tiene su complejidad, eso hace que se tarde más en confeccionar la prenda. No se puede obviar nada.
Pedro: Es lo que caracteriza a la marca, no es igual al resto de la competencia, tratamos de respetar eso porque es lo que nos identifica. Tampoco podemos hacer muchos cambios con los materiales porque no podemos bajar la calidad.
¿Tienen contacto con el INAES? (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social)
Pedro. Sí, nos apoyaron con la matrícula que nos salió bastante rápido.
Mirian: Nosotros éramos delegados antes, teníamos conocidos que nos decían qué hacer para agilizar las cosas, eso fue una gran ayuda para nosotros.
¿Tuvieron muchos cortes de luz en el verano?
Mirian: Sí desde diciembre, antes de las fiestas, tuvimos muchos problemas con la luz, veníamos a trabajar y cuando empezaba el calorcito se cortaba la luz. Después en enero pasó lo mismo, fue tremendo. Era un problema de todo el barrio. Se nos quemaron tres máquinas porque además de los cortes de luz había baja tensión. Hicimos el reclamo en Edesur.
Además estamos tramitando el cambio de titularidad. Hay una orden de la jueza para que no nos corten la luz, porque los anteriores dueños dejaron una deuda y nosotros no tenemos que hacernos cargo de pagarla.
Los otros servicios como gas y agua ya los tenemos a nombre de la cooperativa, pero Edesur nos pone trabas.
¿Qué proyectos tienen para el futuro?
Mirian: Esperamos poder continuar con la cooperativa y con la marca. Queremos sacar una marca paralela para que en el caso de que no nos otorguen la marca Perlea, poder seguir con el nombre nuevo y que la gente asocie que es lo mismo. Queremos sacar artículos nuevos también.