Así como las lluvias multiplican los focos de agua estancada donde el mosquito se reproduce las altas temperaturas aceleran el desarrollo de las larvas. Dado que el mosquito Aedes Aegypti se convirtió en un vector de transporte de virus que afectan a la salud humana -como la fiebre amarilla y el dengue- la posibilidad de que una hembra de esa variedad de insecto se alimente de una persona infectada lleve un virus a otra persona implica chances de desarrollar en ella la infección que tiene consecuencias sanitarias con un abanico de síntomas que van de los mas leves a los mas graves. Puede provocar fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular, sarpullidos y náuseas pero también dificultad para respirar, sangrado y complicaciones de los órganos que pueden llevar a la muerte.
El cambio climático, producto de políticas y acciones que buscan el enriquecimiento económico a costa del medio ambiente, permitió la proliferación de estos vectores de contagio que antes vivían en bosques o humedales que están desapareciendo. Hoy definitivamente el mosquito está presente en las zonas urbanas, aun las mas desarrolladas como la ciudad de Buenos Aires.
Por eso el Ministerio de Desarrollo Sustentable de la Ciudad difundió, para reproducir por las redes virtuales, un puñado de recomendaciones con el fin de minimizar los riesgos que se multiplican con la cantidad de mosquitos.
- Vaciá y poné boca abajo recipientes en desuso
- Colocá mosquiteros en las aberturas
- Pasá a tierra las plantas que se encuentren en agua
- Utilizá repelente (protección entre 4 y 6 hs luego de la aplicación)
- Si presentás síntomas (fiebre, dolor corporal, dolor articular, sarpullido, cefalea, dolor retroocular) consultá en un centro de salud.
- Hidratate, toma agua con mayor frecuencia.
- Evitá bebidas con cafeína o con azúcar en exceso, muy frías o muy calientes.
- Incorporá frutas y verduras a tu alimentación y evitá las comidas abundantes.
- Evitá realizar actividad física intensa y exponerte al sol en las horas de mayor temperatura.
Por el momento la medicina no ha logrado desarrollar un tratamiento definitivo contra el dengue como de otros tipos de infecciones. En relación con el mosquito se produjo también el fenómeno de que su combate mediante productos químicos ha generado resistencia biológica y cambios en sus hábitos. Su característica de atacar en sus ambientes de origen en condiciones de luz tenue como las del amanecer y anochecer se adecuó al ritmo de las ciudades y hoy es habitual advertirlos durante las horas de sueño humano.
Durante el azote mundial del Covid 19 se observó otro cambio sustancial: el rango de vuelo del Aedes Aegypti (de pocos metros) se extendió y los hogares que tuvieron presencia humana permanente durante los meses de confinamiento se convirtieron en verdaderos comederos para una creciente cantidad mosquitos. Los casos de dengue aumentaron con la facilidad de que un infectado era la fuente propicia para el contagio de sus vecinos de cuadra o de edificio para complicación de los médicos propensos a diagnosticar a priori Covid (diagnóstico presuntivo recomendado por la OMS ante cualquier síntoma compatible) permitiendo la incubación y empeoramiento de la enfermedad.
Por último es importante destacar un aspecto del mosquito mucho mas fácil de identificar que su diseño atigrado y es su comportamiento y tamaño. Su dimensión es notablemente mas pequeña que la del mosquito habitual (vean la proporción en la foto), es especialmente hábil en el vuelo y sutil en el ataque: puede cambiar instantáneamente su trayectoria y desaparecer de la vista para reaparecer sorpresivamente donde no se lo espera.
(AM)