Librerías y cafeterías porteñas se unen para crear cafés literarios para reformular y hacer honor a aquel ritual entrañable de sentarse a leer en un café.
Como una vuelta de tuerca a la cultura porteña más arraigada, varios cafés de especialidad, las nuevas estrellas de la gastronomía de la Ciudad, cuidan la elección de los granos, la preparación y la temperatura y, además, incorporan librerías y bibliotecas para reformular y hacer honor a aquel ritual entrañable de sentarse a leer en un café.
Algunos ejemplos son Books and Coffee en Belgrano, Fetiche Libros en Villa Crespo, y Atlántica Libros y Café en Caballito, son tres exponentes de las nuevas dinámicas que comenzaron a darse entre los libros y el café en Buenos Aires.
“Ah, no. En realidad, es un sueño de toda la vida”, cuenta a Télam Janice Winkler, la responsable de Books and Coffee (Conesa 2686), un café de especialidad que sumó a su blend una biblioteca exquisita y, además, la posibilidad de comprar algunos de los libros. Winkler es traductora de inglés, escribió varios libros de poemas y publicó “Para tomar un buen té”, un libro con información sobre el té y su ceremonia. Desde adolescente soñaba con la idea de un café acogedor en el que se pudiera leer, trabajar y difundir algunos de sus textos favoritos. Hace menos de un mes, cuando abrió Books and Coffee, ese viejo anhelo se hizo realidad.
En Books and Coffee todo fue hecho con cierta curaduría para respetar ese sueño adolescente. Las mesas y la biblioteca de madera los diseñó su marido Gastón, los cuadros son de un amigo artista, Nicolás Whelan, y ella aportó su escritorio rosa, ahora convertido en exhibidor de los budines del día. En la biblioteca coexisten los cuentos completos de Lorrie Moore en una edición de tapa dura, con las últimas ediciones del sello Chai y los libros de poemas de Tanta Ceniza, una editorial de poesía de Neuquén con ediciones artesanales. Los lectores que se acercan al café pueden dejar marcado el libro que eligen y retomar la lectura en la próxima visita. Y como varios pidieron en estas primeras semanas comprar los libros de la biblioteca, sumó un rincón de libros disponibles para la venta y trabaja para generar en los próximos meses una movida cultural con ferias, charlas y presentaciones de libros.
Fetiche café de Martina Luri y Fernando Pérez Solivella, ubicada en Thames 744, en el barrio de Villa Crespo, abrió en diciembre pasado y al formato de librería con centro cultural le sumó el café de especialidad. “El café invita a la conversación, a repensar situaciones, a cambiar de idea, tanto en soledad como en compañía. La literatura también nos convoca a esas escenas. Hablamos con nosotros mismos y con otros sobre lo que estamos leyendo, los libros nos hacen tener múltiples interpretaciones y miradas y, por suerte, muchas veces nos hacen cambiar de idea. Hay una sinergia entre café y libros que es absoluta, inmediata y en Fetiche celebramos que suceda”, reflexiona a Télam Pérez Solivella.
El café se puede acompañar con medialunas, muffins o cookies, las delicias de Sofía Marrone, una pastelera del barrio. El catálogo de la librería apunta a un vínculo orgánico entre los títulos. “Los libros conviven, circulan y entre todos terminan por crear un relato que nos representa. Todo el material que tenemos en Fetiche nosotros lo leeríamos. Esa es una pieza clave en la conformación de la curaduría de la librería”, describe sobre la oferta que además, suma un sector de libros usados con hallazgos muy interesantes, traducciones y ediciones desaparecidas.
Con charlas y presentaciones Fetiche termina por articular su propuesta. “Con las actividades culturales nos sucede algo similar a la construcción del catálogo. Generar un intercambio entre la gente y Selva Almada o Albertina Carri, que estarán este viernes y sábado en la librería respectivamente, se da de forma natural. Nos une la misma mirada literaria”, dice Pérez Solivella.
“Atlántica no es una librería con café ni un café con librería. Dejamos la definición a cargo del que nos visita. Nos gusta el espacio conjunto, la complementación y que las propuestas se complementen”, explica a Télam Carolina Alberti, una de las creadoras de Atlántica (Directorio 115), un espacio que nació como idea en el encierro pandémico. “Durante la pandemia nos juntamos un grupo de amigos. Cada uno tiene su vínculo con el libro, más allá de la lectura: uno tiene una editorial independiente, yo trabajé en editoriales y distribuidoras y antes de Atlántica tenía una librería virtual que hacía delivery a domicilio. Todos tenemos en común el amor por las librerías y pensamos un espacio en el que convivieran los libros con un buen café y una rica comida, donde se genere un intercambio entre lectores, autores, editoriales y otras disciplinas artísticas”, cuenta Alberti, integrante junto a Sebastián Masquelet, Melina Ons y Lucía Ursi Sotelo de la cooperativa que en julio de 2021 abrió Atlántica en una casa reciclada de Caballito.