Fue en un acto en San Miguel. Militantes fanáticos de Javier Milei y el liberalismo, presentaron su “brazo armado”, imitando simbología del fascismo alemán y amenazando con mantener lejos a los “zurdos degenerados”
En una puesta en escena que podría ser parte de un sketch de “Capusotto y sus videos” (aunque sin rastro de humor), Santiago Caputo salió de las sombras para presentar lo que denominó el “brazo armado” de La Libertad Avanza en un teatro de San Miguel.
El evento, que parecía una mezcla entre un cosplay de Benito Mussolini y una película de propaganda de bajo presupuesto, reunió a varias figuras del espacio libertario, incluidos “El Gordo Dan”, el diputado bonaerense Agustín Romo, y el polemista Agustín Laje. Entre discursos altisonantes y símbolos inquietantes, lograron convertir el escenario en un espectáculo difícil de creer si no fuera real.
Un decorado cargado de simbolismo
El teatro estaba adornado con banderas que rezaban palabras clave como “Propiedad”, “Libertad”, “Vida”, “Dios”, “Patria” y “Familia”. En el centro, colgaba una bandera con la frase: “Argentina será el faro que ilumina el mundo”, una referencia poco disimulada al Faro del Duce, el monumento que en la Italia fascista simbolizaba la presencia de Mussolini.
La estética no se detenía ahí: en el atril, una lata de la bebida energizante Mango Loco —popularizada por Javier Milei— se alzaba como un inesperado símbolo de la “revolución” libertaria.
De música y amenazas
El acto comenzó con el peculiar himno libertario “Me chupa la pija la opinión de los kukas”, interpretado con entusiasmo por “El Gordo Dan” y Agustín Romo. Pero lo que siguió dejó en claro que el evento no era un simple ejercicio de provocación: el discurso se tornó oscuro y explícito.
Con tono triunfalista, El Gordo Dan proclamó: “La agrupación Fuerzas del Cielo que se está formando hoy aquí es el brazo armado de La Libertad Avanza, la guardia pretoriana del presidente Javier Milei”. La frase, cargada de simbología violenta, resonó como una amenaza velada al sistema democrático.
Por si quedaban dudas, agregó: “Con las redes no alcanza. Hay que ocupar todos los espacios, meterse en la política, construir nuestros propios dirigentes, llenar las listas”. Y coronó su discurso con una declaración que parecía salida de un manual del miedo: “Con este poder vamos a mantener alejados a los zurdos degenerados de nuestras familias y nuestros hijos”.
¿Dónde queda el respeto irrestricto?
El acto dejó entrever un mensaje que combina intolerancia, fanatismo y una estética que, lejos de resultar paródica, plantea inquietantes preguntas sobre el rumbo de este movimiento político. Mientras los protagonistas se jactan de construir un nuevo paradigma, los ecos de regímenes autoritarios parecen resonar más fuerte que nunca.