Por un lado sale a la luz una noticia en donde la Ciudad gasto millones en barbijos por 3000 pesos cada unidad, pero no gasta un peso en difundir campañas contra el dengue en los medios de cercanía barrial.
Aunque el foco esté puesto en la covid-19, el mal que transmite el Aedes se propaga exponencialmente. En lo que va de 2020 ya hubo 3.173 casos en la ciudad de Buenos Aires. Falta de previsión y campañas.
Mientras la mayoría de la población cumple con la cuarentena preventiva y obligatoria para controlar la pandemia de covid-19, los casos de dengue no paran de crecer a nivel nacional, con la ciudad de Buenos Aires y el conurbano como centros del brote. Según el último boletín epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación, hasta el 25 de marzo fueron notificados 26.351 casos sospechosos en todo el país, de los cuales se confirmaron 6.169.
Siete personas fallecieron a causa de la enfermedad. En la Ciudad de Buenos Aires, en lo que va de 2020 se confirmaron 3.173 casos. Solo en la semana del 29 de marzo al 4 de abril se registraron 590. Para esta altura del año, en 2019 hubo apenas 29.
Según los especialistas, la explosión tiene su explicación: el dengue venía creciendo en el continente durante el año pasado, con lo que estaban todas las señales de alerta encendidas para que se tomaran las medidas que evitaran su propagación en el país y especialmente en el AMBA. Deberían haberse encarado en el invierno pasado.
Ninguna de las administraciones macristas lo hizo, ni en Nación, ni en ciudad ni en la provincia de Buenos Aires.
“Esto se veía venir”, dijo a Página|12 Leonel Tesler, médico sanitarista y presidente de la Fundación Soberanía Sanitaria (FSS). “En 2019 hubo un crecimiento de los casos en zonas cercanas al Ecuador, donde el dengue es endémico, y en los últimos meses del año pasado empezó a llegar acá –señaló–. Desde 2016 (año de la última epidemia de dengue en Argentina), prácticamente no tuvimos acciones sistemáticas para la prevención organizadas por el Estado nacional, provincial o de la ciudad”.
De acuerdo a los datos del boletín epidemiológico, que mide los casos de dengue desde el julio de 2019 hasta fines de marzo de 2020, durante el año pasado surgieron los primeros casos en la provincia de Misiones. Sin embargo, a partir de enero de 2020 se registró un rápido incremento de los casos en 292 localidades del centro y norte del país. La ciudad y la provincia de Buenos Aires es donde se concentra la mayoría de los casos.
Según el boletín epidemiológico del Gobierno porteño, el aumento de casos de dengue entre 2019 y 2020 fue exponencial. Durante las primeras 14 semanas del año pasado, se registraron sólo 29 casos y 15 de ellos tenían antecedentes de viaje a zonas de riesgo. En lo que va de este año, hay un total de 3.173 casos confirmados y sólo 276 tienen antecedentes de viaje.
El dengue es un virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti, identificado por tener el cuerpo negro y rayas blancas. Es también el mismo mosquito que transmite el zika, el chikunguña y la fiebre amarilla. Según Nicolás Schweigmann, docente de la UBA, investigador del Conicet e integrante del Grupo de Investigación sobre Mosquitos en Argentina (GIMA), la llegada del Aedes aegypti a América está vinculada al comercio de esclavos durante el colonialismo. “En los toneles de los barcos venían las larvas y huevos. El mosquito no se adapta bien al ámbito silvestre, pero sí en las viviendas y pasa a ser un vector que transmite enfermedades”, dijo a Página|12.
S., una niña de 4 años que vive en el barrio de Floresta, fue diagnosticada con dengue. “El viernes (3 de abril), se levantó con 38 de fiebre y llegó a subirle a 39.
Yo pensé que se había agarrado gripe con el cambio de clima”, contó a este medio Carolina, madre de S.. Durante el fin de semana, la fiebre no bajó, a pesar de que la niña tomó medicación, y también tuvo cansancio, dolor detrás de los ojos y un sarpullido.
El lunes, Carolina llevó a su hija a la guardia, donde cumplieron con los protocolos para Covid-19 y dengue. “Nos confirmaron que era dengue y me preguntaron si había escuchado de otros casos en la zona. Les dije que no sabía”, afirmó.
“Falta información”
S. fue dada de alta, pero todavía tiene que asistir a los controles. “Fui a la ferretería a comprar el tul mosquitero. La mujer que me atendió y otra vecina que me crucé tuvieron dengue. Viven en la cuadra de casa”, contó Carolina y agregó que recién en el hospital se enteró del aumento en los casos de dengue en la ciudad. “Siento que falta información, yo pensaba que el dengue era algo de las provincias del norte y no es así”, opinó Carolina.
“Una vez que te picó el mosquito, el virus del dengue comienza a circular en tu sangre, eso es lo que produce la fiebre”, afirmó Tesler. El virus queda en el cuerpo de la persona infectada entre 5 y 12 días, sostuvo el presidente de la FSS, y en ese período de tiempo “si un mosquito pica a la persona infectada, puede contagiar a otras personas”.
Tanto Tesler como Schweigmann advirtieron que es particularmente peligroso contraer el virus del dengue una segunda vez, así sea del mismo serotipo que se tuvo antes. “Los síntomas del dengue son producidos por el propio cuerpo, es la reacción del sistema de defensa –aseguró Tesler-. Cuando se repite la exposición al virus, los síntomas son más complicados porque la reacción del cuerpo es más fuerte y el sistema de defensa no defiende, sino que daña”.
Hasta el momento, se registraron 7 fallecidos por dengue y hay otros 9 casos sospechosos. “La tasa de fallecimientos es baja. Pero si hay miles de casos, como pasa en Brasil ahora, esa tasa se vuelve un montón en términos absolutos”, aclaró Tesler.
La prevención
El presidente de la FSS señaló que “el mosquito del dengue no es un mosquito de pastizales”, sino que se instala en los hogares. “Por eso no sirve fumigar ni cortar el pasto, porque se reproduce en las casas, en el patio, en el agua del florero o en palanganas donde se acumule un poco de agua”, señaló Tesler.
En la misma línea se expresó Schweigmann: “El Aedes aegypti aprovecha recipientes con agua que la gente se olvida. Y no tiene que ser agua limpia, necesariamente”. Para poder reproducirse, explicó el investigador, la hembra del mosquito debe picar a varias personas hasta que su cuerpo se hincha hasta llegar a la replesión, el momento en el que no puede absorber más sangre. “Esta necesidad de picar más de una vez lo hace más peligroso desde el punto de vista epidemiológico”, apuntó Schweigmann. El Aedes, agregó, pica sólo de día, usualmente en las piernas, y puede poner cerca de cien huevos por cada ciclo reproductivo.
Según Schweigmann, existe un “paradigma químico”, según el cual las personas creen que se elimina a los mosquitos mediante la fumigación de espacios públicos. “Estos mosquitos están en las casas. Cuando se ve un Aedes, quiere decir que tenés un criadero a, más o menos, 40 metros.
Las publicidades de matamosquitos no muestran las larvas o los criaderos, que son el verdadero problema. Con matar a los mosquitos adultos no se hace nada”, afirmó.
Schweigmann y los integrantes del GIMA denunciaron que empresas de agrofumigación intentaron ofrecer sus servicios para fumigar el mosquito desde aviones. “Quieren hacer negocio.
Esto el Ministerio de Salud no lo permite”, aseguró. En un documento, los investigadores de GIMA explican que la fumigación debe realizarse con “insecticida en forma de termoniebla” alrededor de donde vive la persona infectada con dengue “de forma manual” o, en su defecto, “con equipos montados sobre vehículos para aplicar el insecticida desde las calles, lo cual tiene menor efectividad”.
El uso de repelente, si bien es aconsejable, tampoco es una solución. “El repelente es un ‘sálvese quien pueda’ –dijo Schweigmann–. Ahí el mosquito va a ir a picar a otra persona que está cerca. Si todas las personas que viven en la manzana se ponen repelente, ahí el mosquito se acostumbra”.
El final del verano y las altas temperaturas no implican el final del brote del dengue. “Entre marzo y junio es el momento de mayor riesgo para tener dengue –explicó Tesler–. Históricamente, siempre hay un pico entre enero y febrero y otro entre marzo y junio. Recién en julio baja el riesgo del dengue porque, para que los huevos no se reproduzcan, es necesario tener temperaturas por debajo de los 12 grados de manera sostenida”.
La importancia de la Economía Popular | El 50 por ciento de este sector productivo clave se encuentra en la provincia de Buenos Aires
Por su parte, Schweigmann opinó que “la prevención principal debe ser durante el invierno” porque al no haber mosquitos adultos circulando, “los huevos que están en los recipientes esperando la primavera pueden limpiarse” y, de esta manera, disminuir la población del Aedes. “La falencia es que no se hace nada hasta que el problema ocurre y, por eso, las campañas son sólo en verano.
Tiene que instalarse el problema en la sociedad porque todos los años hay abundancia de Aedes con gran probabilidad de epidemia”, señaló el investigador.
Schweigmann y Tesler coinciden en que la solución al problema del dengue debe ser colectiva. “En este contexto es difícil, pero hay que pensar la acción y el descacharre con los vecinos de la manzana para acordar en qué ambiente queremos vivir”, afirmó Schweigmann.
Para Tesler, sería bueno “aprovechar la cuarentena para descacharrar”, pero opinó que esta acción debería estar coordinada por el Estado para que “todos los recipientes de agua en el barrio desaparezcan en el mismo momento” porque “no sirve la acción individual”. “Si uno descacharra y el vecino no, hay dengue igual –señaló–. La única forma de terminar con el dengue es terminar con el mosquito”.
Los síntomas
Ante el incremento de casos de dengue en Argentina, los expertos advierten que se debe prestar atención a los síntomas para realizar la consulta médica. Fiebre alta, dolor en el cuerpo y detrás de los ojos son los principales síntomas del virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti.
Leonel Tesler, médico sanitarista y presidente de la Fundación Soberanía Sanitaria (FSS) explicó que existen diferentes tipos de virus del dengue (denominados serotipos), pero los síntomas son similares en todos los casos. “Inicialmente, el dengue se manifiesta con fiebre alta, mucho dolor corporal y suele aparecer un dolor muy fuerte de cabeza atrás de los ojos.
Siempre que una persona tiene dengue, aparecen estos síntomas”, dijo Tesler a Página|12 y agregó que otros síntomas pueden ser la pérdida de apetito, los vómitos y la aparición de sarpullido.
El dengue también causa la disminución en la cantidad de plaquetas, fragmentos de células que se encargan de la coagulación de la sangre. “Las personas tenemos entre 150 mil y 350 mil plaquetas.
Para que empiece a ser peligroso se tiene que estar por debajo de los 40 mil”, afirmó.
La baja en las plaquetas puede ocasionar hemorragias y, en esos casos, se interna al paciente. Las hemorragias, agregó Tesler, se pueden manifestar como puntos rojos en las zonas de apoyo –como los pies y la cola– o como moretones.
El hígado es otro de los órganos que pueden verse afectados por el dengue. “Puede producir un cuadro similar a la hepatitis. Se empiezan a destruir células del hígado, a aumentar las enzimas, la persona se pone amarilla, la orina sale oscura y la caca blanca”, enumeró Tesler.
“Con cualquiera de los cuatro serotipos se puede tener síntomas leves o graves. El mismo virus produce diferentes respuestas inmunes según la persona”, afirmó el presidente de la FSS.
De momento, agregó Tesler, no existe una vacuna o tratamiento contra el dengue, sino que hay que esperar que los síntomas pasen. Quienes ya están infectados, deben realizarse controles periódicos, pero es importante que se haga prevención. “El único que puede transmitir el dengue es el mosquito. Hay que descacharrar y evitar los recipientes que acumulen agua y que el mosquito pueda aprovechar para reproducirse”, afirmó Tesler.