El Instituto Santa Brígida está ligado a los orígenes de la inmigración católica irlandesa en la Argentina, el edificio nació como un orfanato de niñas.
Sobre la avenida Gaona 2068, frente a Plaza Irlanda, en el barrio de Caballito se encuentra un gran edificio parecido a una fortaleza, con 15 torres y 160 ventanales, rodeado por un parque arbolado. Este castillo inglés, de estilo isabelino, es de 1899 y alberga al tradicional Instituto Santa Brígida, ligado a los orígenes de la inmigración católica irlandesa en la Argentina.
El Santa Brígida es un laberinto lleno de historias, con pasillos y escaleras que conducen a los antiguos claustros de monjas y a las habitaciones de las niñas, espacios hoy transformados en 72 aulas dentro de más de 10.000 metros cuadrados cubiertos que posee el inmueble.
Es propiedad de la Asociación Católica Irlandesa (ACI). Es mixto, bilingüe, y cuenta con unos 1500 alumnos. “La institución es de jornada completa, católica, está dirigida por laicos, y no recibe ningún tipo de subvención, ni de la Argentina, ni del exterior”, aclara a La Nación Santiago Ussher, ex presidente de la Asociación Católica Irlandesa, cuya hermana estuvo allí pupila.
El edificio, ubicado al lado de Plaza Irlanda, ocupa media manzana y se extiende en forma perpendicular. Tiene cuatro plantas, varios patios, terrazas, comedor, biblioteca, jardines. “Es tan grande que uno no termina por conocerlo completamente”, dice Ussher.
“Hace más de un año que estoy trabajando aquí y todavía hay lugares que no recorrí”, admite a La Nación el arquitecto Mateo Estrada, jefe de Mantenimiento, luego de atravesar el parque delantero donde el busto del sacerdote irlandés Antonio D. Fahy da la bienvenida. El padre es el antecedente más remoto de la institución. Llegó a la Argentina desde Dublín en1844.
“El nombre del colegio corresponde a una santa que sería algo así como la versión femenina de San Patricio, es la patrona de Irlanda”, explica Ussher, miembro de una comunidad integrada por unas 500.000 personas de origen irlandés que viven en la Argentina. La santa es venerada dentro de la capilla del colegio, una iglesia austera pero de grandes vitrales con coloridos rosetones representando cada uno un Shamrock, o trébol de tres hojas, símbolo de ese país, que también se observa en el escudo del uniforme.
El estilo de la construcción es inglés tudor-isabelino, con planos de los arquitectos Inglis y Thomas. La arquitectura isabelina es el término dado a la arquitectura renacentista en Inglaterra durante el reinado de la Reina Isabel I. La empresa Maracini fue contratada para realizar la albañilería, El Fénix la carpintería y la J.G. Killey las cloacas. Para su construcción se utilizaron productos nacionales.
La fachada se cubrió con un revoque compuesto de tres partes de arena oriental a fin de obtener una terminación más sólida y duradera, y hace aproximadamente unos 10 años se restauró por completo el frente. El estado general de conservación del conjunto es bueno y a lo largo de su historia se lo fue poniendo en valor. Las instalaciones se adaptaron de acuerdo a las normas de seguridad establecidas para los colegios, cuentan Ussher y Estrada. Las ventanas de cedro están siendo reparadas.
La institución fue primero un orfanato de niñas irlandesas, junto a algunas pocas escocesas e inglesas. Luego pasó a ser un colegio de pupilas irlandesas cuyos padres vivían en el campo. Dado que el edificio era prácticamente una mini ciudad que se autoabastecía, casi todos los espacios, lavandería, sala de planchado, costura y habitaciones fueron convertidos en aulas. “Al principio vivieron 130 chicas y siete monjas, pero el número de hermanas fue creciendo, ya que de aquí mismo surgieron nuevas vocaciones”, explica Ussher.
La historia del colegio se remonta a mediados del 1800 cuando el padre Fahy, conocido como el Patriarca de los Irlandeses, invitaba a sus connacionales a emigrar hacia la Argentina corridos por la hambruna que padecían en su país. Compró una casa que fue hogar de convalecencia en lo que hoy es la calle Perón, entre Esmeralda y Suipacha, y en 1850 adquirió media manzana en Riobamba y Tucumán destinada a un nuevo Hospital Irlandés. Luego se inauguró la escuela.
Cuando muere Fahy, se clausuran por problemas financieros el hospital y el colegio. En 1883, se fundó la ACI, se vendió el inmueble del hospital y a su vez se compró un terreno de unos 90.000 metros cuadrados donde se empezó a construir el actual inmueble. Se inauguró en 1899 y primero fueron las Hermanas Madres Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús quienes se encargaron de las huérfanas y luego las Hermanas de la Misericordia las que entre 1902 y fines de 1979 lideraron el proyecto educativo hasta ser reemplazadas por las Hermanas Santa Marta. El asilo de huérfanas se convirtió en el Colegio Santa Brígida. Fue creciendo, se hizo mixto y se abrió a la comunidad.