La tarjeta de transporte SUBE es el único modo de pagar un boleto de transporte de pasajeros de corta y media distancia y se ha convertido en una dificultad pese a haber nacido como una alternativa tecnológica que debía facilitar el sistema y dar seguridad a choferes y pasajeros.
El segundo aumento de tarifas del sector que dispuso el gobierno de Javier Milei en el transcurso de 20 días llevó a $270 el tramo mínimo de colectivo que Alberto Fernández había dejado en $53. Estamos hablando de que la inflación en transporte publico de Milei ya supera el 500% en menos de dos meses de mandato. El impacto en el poder adquisitivo de los salarios y en el cálculo del costo de vida resulta brutal.
Este salto violento del precio aniquiló el valor de las cargas que las tarjetas tenían y que debieron ser reforzadas de apuro provocando colas larguísimas en las boleterías. Pero el sistema tuvo también contratiempos y retraso incluso para recargas por billetera virtual o trámites web.
El panorama en los centros de atención oficiales del sistema SUBE fue peor ya que el nuevo tarifario discrimina las tarjetas sin registrar con costos aun mayores para los usuarios. Muchos de los funcionarios hoy oficialistas habían promovido la idea de que la tarjeta de transporte tenia como finalidad espiar a los ciudadanos y recomendaban no registrarlas. Ahora omitir ese paso es económicamente penado. Si nos espían o no paso a ser un problema menor.
(AM)