“Si no se cierran, definitivamente, las heridas de nuestro pasado iremos por mal camino”, afirmó el presidente del Club del Progreso, Guillermo Lascano Quintana, al disertar sobre “Hacia un progreso en libertad y concordia”, en un almuerzo del Foro de la Ciudad, en su sede de Sarmiento 1334.
Lascano Quintana, abogado, que fue profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Buenos Aires (UBA), se refirió a lo que en inglés se conoce como “agreement on fundamentals”, que se puede traducir en “acuerdos básicos” sobre la convivencia de los ciudadanos.
“El grupo humano de una nación o simple comunidad, decide -explícita o implícitamente- acordar ciertas reglas cuyo objetivo primordial es mantenerse unidos y respetar el orden establecido”, dijo.
Así, explicó, en la antigüedad los acuerdos fueron sobre el predominio del jefe de la tribu o clan dominante. En la actualidad, los estados nacionales, rigen sus conductas por normas jurídicas que deben ser cumplidas por todos: gobernantes y gobernados.
Pero para que eso -la “rule of law”- se traduzca en la realidad, hay que superar un acuerdo formal: tiene que haber una armonía que amalgame a la ciudadanía en un proyecto con respeto a la disidencia.
“Y es sobre esta armonía que los argentinos tenemos que trabajar y poner todos nuestros esfuerzos, especialmente en las vísperas de una elección decisiva para nuestro futuro”, afirmó.
Ante una nutrida concurrencia, de medio centenar de asistentes, presentó al orador el vicepresidente 1° del Club, doctor Carlos María Regúnaga. Compartió la mesa principal el vicepresidente 2°, Eduardo Guarna, y entre otros asistieron el ex secretario de Gobierno de la Ciudad Guillermo Moreno Hueyo, Emilio Weinschelbaum, Antonio Avila, Liliana Paniagua Molina, Roberto Punte, Jorge Ausina, Diego Karakachoff, Julio Fumagalli, Manuel Trilnick y Julio Uriburu.
“ESTAMOS ENFERMOS DE RENCOR”
El Club del Progreso se fundó en 1852, tres meses después de la batalla de Caseros y un año antes de la Constitución Nacional, con el propósito de que personas de distintas trayectorias e ideas pudieran tratar los asuntos públicos en un marco de respeto.
El presidente actual señaló que “dejando de lado otro tipo de enfrentamientos que tuvimos en el pasado, parece indudable que los argentinos estamos enfermos de rencor. Rencor de pobres contra ricos, de dirigidos contra dirigentes, de obreros contra patronos, de civiles contra militares, de simples ciudadanos contra piqueteros”.
Y subrayó que esto es tanto o más negativo que las dificultades económicas.
DEPONER LA HOSTILIDAD
“No parece razonable, ni sano, ni eficiente, alimentar ese rencor como está sucediendo en estos tiempos -agregó-. Lo que debemos hacer, todos los argentinos o, al menos, las mayorías que se disputan el gobierno, es deponer la hostilidad recíproca. No será fácil pero debemos hacer el esfuerzo pues, como se plantea el futuro, jugamos nuestro destino.”
“En la próxima contienda electoral -dijo- se juega el destino de la Argentina y quienes compiten por gobernar deberían tener el coraje, la honradez y la sabiduría para encontrar formas de asegurar un tránsito pacífico y ordenado hacia la imperiosa necesidad de colocar a nuestra nación, otra vez, el mundo. Quien quiera que resulte electo para conducir el Poder Ejecutivo deberá tener la grandeza y la lucidez de quienes hicieron grande a nuestra nación”. Lascano Quintana aclaró que ha expuesto este tema en otras ocasiones y que no hubiera cambiado una coma por las elecciones primarias del último domingo.
“No fueron solo Mitre, Alberdi, Sarmiento, Avellaneda, Pellegrini, Alem, Saenz Peña o Roca, por citar solo a algunos -continuó-. Sus ideas y aportes, aún con disidencias, ocultan a miles de funcionarios públicos, militares, maestros, escritores, filósofos, médicos y tantos otros que, con menos notoriedad impulsaron y acompañaron la formidable gesta de los líderes, constituyendo, en conjunto, un haz de creadores como nunca más tuvo nuestro país. La ciudadanía debería, ahora, acompañar de igual modo y los líderes comportarse con grandeza y visión.”
FUTURO SIN CATACLISMOS
Señaló que más allá de la tasa de crecimiento, el tipo de cambio, etc. “lo que perdura, lo que hace a una sociedad madura y capaz de abordar el futuro sin cataclismos, respetando los procedimientos y los derechos de todos, es el fiel cumplimiento de las normas morales, políticas y jurídicas en que se asienta su organización”.
En relación a la contienda electoral, el disertante lamentó el lenguaje desagradable, las declaraciones rimbombantes y la ausencia de explicaciones sensatas, y estimó un fenómeno negativo “la casi desaparición de los partidos políticos, capaces de hacer propuestas de gobierno consensuadas entre sus miembros, a través del estudio y la discusión razonada”. Señaló que eso vale tanto para las fuerzas mayoritarias cuanto las minorías, que gastan energías en ataques inútiles. Sintió la obligación de destacar como excepción a la Unión Cívica Radical como partido organizado, con órganos de dirección y consulta, que elabora propuestas. Al tiempo, deploró a los grupos que entorpecen la vida ciudadana, cortando calles, ocupando espacios comunes, lo que a veces deriva en violencia, y la absoluta descalificación del oponente, al que se trata como si fuera un infradotado.
Estimó que el gobierno actual no monopoliza el discurso político; no agrede a sus contendientes y procura con ellos acuerdos de gobernabilidad (en la primera época, logró medidas con apoyo de la oposición); dialoga (o intenta hacerlo) con sectores políticos, sindicales, sociales; garantiza el orden establecido, con libertad de expresión. Sin embargo, observó, el enfrentamiento es de una virulencia inusitada, como si se estuviera decidiendo nuestro destino como una república democrática que garantiza los derechos individuales. Se hizo cargo de que las críticas se centran en la alta inflación y la consiguiente pérdida de capacidad de compra de los consumidores, así como en el endeudamiento y el excesivo gasto público, promesas incumplidas con razones y causas de muy difícil enmienda inmediata.
Indicó que en la contienda electoral se omitieron cuestiones cruciales para el futuro de América latina, y no se ha dicho una palabra sobre la situación en Venezuela: “La condena al régimen ha estado fuera del debate, lo que es una canallada imperdonable”. Y estimó curioso que no se haya tratado lo sucedido en el enfrentamiento armado entre guerrilleros y fuerzas armadas, ni las causas judiciales por notorios casos de corrupción. Sostuvo que si queremos un futuro mejor debemos cumplir las leyes y su aplicación por los jueces y no tolerar presiones ni amenazas sobre ellos. Se refirió a la tergiversación interesada de la historia, “que comprende la guerra revolucionaria encabezada por la izquierda terrorista y el consiguiente accionar de las fuerzas armadas para combatirla”, un capítulo que consideró muy difícil de encarar pero necesario para alcanzar la paz.
ASPIRACIONES DE RENOVACION
Con todos los inconvenientes que tiene nuestra nación, señaló que hay áreas que la colocan en una situación de privilegio: no tenemos enfrentamientos raciales ni religiosos; las relaciones con nuestros vecinos son pacíficas; el sistema de enseñanza pública sigue siendo gratuito y mantiene prestigio, al igual que la atención hospitalaria; recibimos a muchos inmigrantes que encuentran paz y trabajo.
Lascano Quintana manifestó su esperanza de que a partir del 10 de diciembre se puedan llevar adelante reformas que abran la ventana de un futuro venturoso y en paz. Y señaló que si se gasta más de lo que se recaude o se gasta mal y no se atienden las aspiraciones de renovación en la clase dirigente (políticos, sindicalistas), iremos por mal camino. “Si no se pone coto a la corrupción iremos por mal camino”, concluyó.
Fuente: LA PRENSA