La aplicación ya habilitó, en algunos mercados, la posibilidad de presentarle un candidato a alguna amiga o amigo si no hay coincidencia.
Con la llegada de las redes sociales cambió para siempre el ritual de las presentaciones románticas, al punto de que ya casi no quedan Celestinas, ese personaje literario que hacía de intermediario en los asuntos del amor, experto a la hora de acercar a dos personas que quieren conocerse, o verse. En realidad esa figura surgida de las novelas de fines del medioevo (inspirado en la Tragicomedia de Calisto y Melibea) viene a ser una versión mejorada de la “alcahueta”, un oficio menos santo que entonces practicaban las doncellas, encargadas de fraguar los encuentros extraconyugales de sus señoras.
Cuestión es que en la arqueología de las citas, al menos hace 20 años cuando no existía Facebook, además de empresas dudosas que a cambio de dinero se ocupaban de conectar potenciales parejas con “fines serios”, nunca faltaba una amiga con alma de socialité y una buena agenda de contactos para presentar. Para vender al candidato lo vestía con esforzadas e improbables descripciones de sus virtudes y gracias (que supuestamente congeniaban con las tuyas), y que por supuesto debías imaginártelas, pues ni siquiera había una foto de papel para ver cómo era físicamente el (o la)sujeto. Y si había no era tipo selfie sino de las robadas, ésas en las que salíamos con los ojos rojos y la cara flasheada. Ibas a la aventura, confiada. La salida podía resultar un garrón o bien darse una serendipia, es decir, un hallazgo inesperado. Creo que todos hemos sobrevivido a ambas situaciones en nuestro derrotero sentimental, pero que lástima que ya nadie necesite que le presenten a alguien, y que la tecnología acabe devorando a las Celestinas.
Hoy uno solito se gestiona el encuentro, y sin correr el riesgo del garrón, pues para eso aprendimos a stockear perfiles en Facebook e Instagram. Pienso esto luego de leer que hace poco Tinder empezó a testear una función dentro de la aplicación que recupera la figura de la Celestina, ofreciendo a los usuarios la posibilidad de compartir un perfil con terceras personas. Es decir, si le doy un “me gusta” a alguien con quien luego no tengo compatibilidad, pero que tiene coincidencias con alguna conocida, basta apretar el botón de share para enviarle a ésta un enlace temporal con la posibilidad de darle un like, o cruz.
Esto siempre que el o la tercera persona tenga Tinder, entiendo. Según explican en el blog de la aplicación, esta función está a prueba solo en algunos mercados y la apariencia puede variar según la ubicación del usuario. También aclara que quienes no quieran caer en las redes de los celestinos pueden auto eliminarse indicándolo en la configuración de su cuenta.
Ahora que lo recuerdo me he cruzado con celestinas eficaces, pero lo mejor es que guardo en mi haber un divino matrimonio que “armé” hace casi 20 años, y que aún permanece unido.
Esta entrada fue publicada originalmente en Sexo a Diario
Fuentes: Lanacion.com y Sexo a Diario